En busca de una muñeca

Cada día la sociedad nos bombardea con cantidad de convencionalismos, con imágenes de como ser y de cómo pensar. Ya desde pequeños nos obligan de manera muy sutil a comportarnos según unos estereotipos y unas normas ya pasadas por agua. Me sorprende ver cómo una cosa tan inocente como una muñeca puede ser un arma en las manos de una niña o niño.
Hace unas semanas me dirigía a comprar una muñeca para estudiarla, miré en varias tiendas pero no encontré ninguna algo parecidas a la figura humana en realidad. Os contaré un secreto, las muñecas son esculturas en pequeño que usaban los padres con dinero para evitar que sus hijas les rompieran las esculturas grandes expuestas en los grandes halls. Esas muñecas eran idénticas que las esculturas grandes, que ha su vez eran representaciones de las figuras humanas estilizadas dentro de unos límites. Límites que hoy se han traspasado, la muñeca que me vi forzada a comprar resultó ser demasiado escuálida, medio calva, blanca como la leche, con una cintura más fina que su propio cuello, los pies de puntillas y el trasero con una curva imposible. Todo ello junto, conformaba a mi muñeca irreal, pero además su ropa de poca longitud y su maquillaje en exceso me hace pensar si esa es la imagen que quiero transmitir a mis alumnos.